(Narrado por Val, dueña del Blythe Café)

A veces me pregunto si alguien se imagina lo que implica sostener este lugar. No me refiero solo a pagar facturas, o a lidiar con que Bruno haya confundido “jarabe de vainilla” con “limón concentrado”. Hablo de lo otro. Lo que no se ve.

Porque ser la dueña del Blythe Café no significa que todo sea café, flores secas y sonrisas con espuma. Significa despertarse con ansiedad, acostarse haciendo cuentas mentales y sonreír aunque te estés desmoronando por dentro.

Hoy fue uno de esos días en los que todo el mundo espera que lo tengas todo bajo control… y justo ese día no puedes con nada.

El día empezó con un mensaje de Dani:

Val, hoy tengo cita con el traumatólogo. ¿Puedo pasar por el Café después?

Le contesté que sí, claro, como siempre. Pero lo cierto es que me temía lo peor. Hace días que lo veo más callado, más medido. Como si su sonrisa llevara un peso que no quiere soltar.

El Café funcionaba. Mimi preparaba una hornada nueva de galletas de té matcha, Mira organizaba la barra con su precisión de reloj suizo, y Bruno había logrado preparar tres bebidas seguidas sin accidentes. Milagros pequeños.

Y aún así, yo sentía que flotábamos a la espera de algo. Como si el equilibrio fuera tan frágil que bastara un suspiro para quebrarlo.

A las doce y poco, Dani entró con sus muletas. Llevaba gafas de sol, incluso dentro del local. Pero su lenguaje corporal lo decía todo: hombros bajos, paso lento, mandíbula apretada.

—¿Podemos hablar en privado? —me dijo sin rodeos.

Fuimos al almacén, entre sacos de café y cajas de sirope.

—¿Qué pasó? —pregunté, directa, pero con la voz suave.

Se quitó las gafas. Tenía los ojos rojos, pero no de llorar. De contener. De tragar palabras amargas.

—No estoy mejorando como esperaban. El médico dice que no ha evolucionado como esperaban y van a tener que operar. Van a pasar un par de meses hasta que vuelva a estar de pie detrás de una barra como antes.

No dije nada durante unos segundos. Porque hay cosas que no se arreglan con una frase inspiradora. Y porque yo, también, sentí cómo se me rompía algo por dentro.

—¿Y ahora qué? —susurré.

Dani me miró. Y lo vi: ese brillo que aparece cuando alguien se niega a apagarse.

—Ahora… reinventarme. Y si tú me lo permites, también reinventar esto.

Fruncí el ceño.

—¿Esto?

—El Café. Tu idea. Tu universo. Mira, Val, no puedo correr por la sala sirviendo cafés. Pero puedo pensar. Soñar. Diseñar experiencias que nos devuelvan la luz. Yo conozco este sitio. Conozco a la gente. Lo que emociona, lo que conecta. Déjame hacerlo.

—¿Hacer qué exactamente?

—Quiero ser el director de eventos. El dinamizador del Blythe Café. El que convierte cada semana en algo inolvidable.

Me eché a reír, aliviada. No porque la idea fuera loca, sino porque Dani aún estaba aquí. Presente. Lleno de vida.

—Vale —dije finalmente—. Si vamos a hacerlo… lo haremos a lo grande.

Esa misma tarde, lo anunciamos internamente. Dani, oficialmente, tomaba el nuevo cargo. Mimi le preparó un muffin coronado con una vela, Mira le abrazó de forma rápida y torpe, y Bruno gritó “¡Jefe de Fiestas Eternas!” mientras dejaba caer confeti hecho de servilletas recortadas.

Dani ya tenía un cuaderno lleno de ideas, y un brillo en la mirada que no veíamos desde hacía semanas.

—Y ya tengo la primera propuesta para levantar el vuelo —anunció, mirando directamente hacia mí.

—¿Ah sí? —pregunté, con los brazos cruzados—. ¿Qué se te ha ocurrido?

—Llamar a alguien que tú conoces bien. Alguien con carácter. Con historia. Y que hace tiempo que no ves.

Fruncí el ceño.

—¿Quién?

—Esmeralda Vainilla, la estilista. Sí, esa Esmeralda.

Mi estómago dio un vuelco. Hacía mucho que ese nombre no sonaba entre estas paredes. Demasiado. Y no estaba segura de si me hacía ilusión… o miedo.

—Dani… ¿por qué ella?

—Porque a veces no se trata solo de cambiar el Café. Sino de enfrentarse a lo que no quisiste volver a mirar.

Y por primera vez en mucho tiempo, no supe qué responder.

Fin del Capítulo 11


Próxima cita: ¡Martes 14 de abril.

¿Quién es Esmeralda Vainilla?
¿Aceptará la propuesta de Dani?
¿Y qué relación tuvo con Val que aún le remueve el estómago?

(¡No te pierdas el próximo capítulo, donde los ojos del pasado se cruzan con las luces del presente!)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *