(Narrado por Val, dueña de Blythe Café)
Han pasado apenas unos días desde nuestro mini-concierto K-pop, y en el Blythe Café aún se respira una ligera euforia post-evento. Recuerdo perfectamente a Dani sobre nuestro pequeño escenario, cantando y bailando mientras la gente aplaudía y se grababa con el móvil. El aluvión de sonrisas y la buena energía me llenaron de orgullo, aunque también tengo la sensación de que este fue solo el primer acto de una historia con muchos capítulos por venir.
Llego al Café casi al mismo tiempo que Mira que me saluda con un escueto:
—Val, hoy he soñado que había cola en la calle para entrar. ¿Te imaginas? Espero que siga viniendo gente a raíz del concierto.
—Ojalá —respondo, intentando darle mi mejor sonrisa—. ¿Sabes si Mimi ya ha llegado?
—Sí, está en la cocina. Ha traído muffins nuevos, creo.
Cuando entro, me sorprende encontrar a Mimi con un una cara de preocupación inusual. Ella suele ser puro entusiasmo, dulce como los pasteles que hornea, pero hoy se le nota seria.
—Val, estaba pensando en probar un par de recetas de muffins con decoraciones K-pop. A ver si seguimos enganchando a los fans que vinieron el otro día.
—Me parece una gran idea —respondo—. ¿Va todo bien?
—Sí, sí… —asiente, pero su expresión no me convence—. Solo un poco cansada.
No insisto. Quizá tuvo un mal día. Además, no quiero atosigarla; somos como una familia, y cada uno tiene derecho a sus momentos de silencio.
Al rato, aparece Dani con su pelo rubio de idol algo revuelto y los cascos colgando del cuello. Me hace un gesto para que lo acompañe a la trastienda, donde guardamos las bolsas de café y los productos de limpieza. Cuando cierro la puerta, él me mira con seriedad.
—Val, me han enviado un mensaje un tanto raro en Instragram —susurra, sacando el móvil de su bolsillo—. Léelo.
Cojo el móvil y veo el mensaje de una cuenta que parece fantasma:
“No os confieis demasiado, el Café Deluxe os acabará comiendo”
Me recorre un escalofrío. “¿Una amenaza, o a lo mejor es un aviso?”, me pregunto, sintiendo un leve temblor en los dedos.
—No sé si es una broma pesada o algo serio, pero no me gusta un pelo —admite Dani, cruzándose de brazos—. Igual, tras el éxito del concierto, alguien de Cafe Deluxe quiere asustarnos.
—Puede ser —murmuro—. Ojalá sea solo un farol. No digamos nada a Mira y Mimi, al menos de momento. Prefiero no alarmar al equipo.
—Estoy de acuerdo. Pero si veo algo más extraño, te lo contaré.
Asiento y respiro hondo antes de salir a la barra. La idea de recibir amenazas tan directas me pone los nervios de punta, sobre todo porque no tengo muy claro hasta dónde podría llegar Cafe Deluxe para comprarnos o hundirnos.
La mañana avanza y recibimos a varios clientes que vienen a probar el famoso muffin picante que se hizo viral tras la visita de la Barbie influencer. Mimi se esfuerza en preparar suficientes tandas y, a ratos, sale a la barra con bandejas. Sin embargo, cada vez que la observo, capto algo extraño en su expresión: un rastro de ansiedad, como si la agobiara algo más que no solo sacar suficientes muffins.

—Mimi, gracias por traerlo todo tan rápido —le digo en un descanso—. ¿Estás bien?
—Estoy bien, de verdad —responde, apretando los labios—. Solo un poco… saturada.
Quiero insistir, pero justo en ese momento me interrumpe un Pullip bohemio que se ha hecho asiduo y pide un latte art personalizado. Atiendo la petición, dejando a Mimi marcharse a la cocina. Me quedo con la ligera sospecha de que le pasa algo.
Pasa la tarde y, tras la hora punta, el flujo de clientes baja. Mimi me llama con voz quedita desde la cocina.
—Val, ¿podrías… venir un momento? Quiero contarte algo antes de que cerremos.
El tono me inquieta. Entro y la encuentro sentada en un taburete bajito, con la mirada clavada en el suelo. Me ofrece otro asiento para que estemos a la misma altura.
—Val, siento si últimamente me notas rara. Hay un motivo —empieza, con la voz frágil—.
—Sí, lo he notado. ¿Qué pasa, Mimi?
—Val, llevo días con un nudo en el estómago. Mi actitud rara… tiene un motivo.
—¿Te ha pasado algo? ¿Tienes problemas familiares o…?
—Sí, algo así. —Baja la mirada—. Verás, mi padre es un gran inversor de Cafe Deluxe. Desde que supo que trabajaba aquí, me empezó a pedir información sobre tus planes, las ventas… al principio me pareció que era interés por mí y por mi trabajo y le di algún dato suelto, sin pensar en las consecuencias. Pero después empecé a sentirme fatal, como si estuviera traicionando este lugar.
Siento un leve escalofrío recorriéndome la espalda.
—¿Le diste datos nuestros…?
—Muy pocos —responde con rapidez—. Pero mi padre insistía cada vez más y me di cuenta que no era interés por mí sino por el Blythe Café. Hace poco me negué a seguir contestando y se enfadó muchísimo. Me amenazó con que, si no le daba más detalles, usaría su poder para hundir el Café.
Mi corazón se encoge. Mimi, la adorable pastelera que nos ha dado tantas alegrías con sus recetas, resulta ser hija de uno de los inversores ansiosos por comprar o aniquilar el Blythe Café. Pero en su voz percibo culpabilidad y dolor genuinos.
—Lo siento, Val. Te juro que ya no colaboro con él, ni pienso traicionar vuestra confianza. Amo este lugar, no quiero dañarlo.
—Mimi… debiste decírmelo antes. —Suspiro con una mezcla de rabia y ternura—. Entiendo que te costara, pero así habríamos podido buscar una solución juntas.
Ella asiente, con ojos llenos de lágrimas. Sin pensarlo demasiado, me arrodillo a su altura y la abrazo con suavidad.
—Gracias por sincerarte ahora, Mimi. Pase lo que pase, estás con nosotros.
—Sí —responde, cerrando los ojos—. Solo temo lo que mi padre pueda hacer. Él está muy enfadado y ya sabes cómo es Cafe Deluxe cuando se propone algo.
Nos quedamos charlando en la cocina, desahogándonos un poco. Al final, acordamos no decírselo aún a Dani y Mira en detalle para no agobiarlos, aunque probablemente tendremos que contarles algo muy pronto. Sin embargo, intuyo que la nota anónima y esta revelación de Mimi se unen para dibujar un escenario turbio: Cafe Deluxe ha puesto sus miras en nosotros y tiene acceso a inversores poderosos… y enfadados.
Cerramos el Café cuando cae la noche. Dani y Mira se extrañan de ver a Mimi más serena que por la mañana, aunque con los ojos algo rojos de llorar. No doy explicaciones, solo les sonrío y digo que haremos piña, pase lo que pase.
La mañana siguiente comienza con un ligero chispeo de lluvia. Me apresuro a abrir el local y limpiar un poco la barra. Todavía no me quito de la cabeza la confesión de Mimi, ni el mensaje que Dani recibió. Me sorprende ver que todos llegan con puntualidad: Mimi con su delantal, Mira con su carpeta de contabilidad y Dani tarareando una canción, aunque con menos alegría de la habitual.
Hacia media mañana, cuando el cielo ya se ha despejado, Leon aparece de improviso. Es aquel Neo Blythe elegante que hace semanas vino a tantearnos y a soltar unas cuantas indirectas. Esta vez, sin embargo, su actitud es distinta: en vez de miradas altivas, se acerca con una carpeta bajo el brazo y un semblante casi cordial.

—Buenos días, Val —dice con un tono cortés—. ¿Te acuerdas de mí? Soy Leon, representante de un inversor en Cafe Deluxe.
—Claro que me acuerdo. ¿En qué puedo ayudarte? —replico, sin perder cierta cautela.
—Me gustaría que nos sentáramos a conversar. Traigo un documento que podría interesarte: una oferta oficial de compra o fusión con el Blythe Café.
Me quedo helada. Mira, que alcanza a oírlo desde la barra, alza las cejas con indignación. Dani sale de la trastienda, con el ceño fruncido. Y Mimi, que estaba apoyada en la cocina, palidece. Aun así, Leon mantiene su tono educado:
—No es un contrato definitivo, por supuesto, pero mi cliente —(que adivino es el padre de Mimi)— estaría dispuesto a invertir y convertir Blythe Café en una sucursal de Cafe Deluxe con ciertas condiciones ventajosas.
Veo que Mimi retrocede unos pasos, temblorosa. Me acuerdo de lo que me contó hace unas horas: su padre quiere absorbernos, y como no obtuvo la información que necesitaba, ahora recurre a Leon con la cara “amable”.
—Leon, agradezco el interés, pero ya hemos dejado claro que no estamos a la venta —contesto, en un tono que pretende ser firme y cortés a la vez.
—Te sugiero que lo pienses. —Sonríe sin calidez—. Pueden obtener beneficios: salarios más altos para tus empleados, una nueva imagen, reformas. Muchos han encontrado en Cafe Deluxe la salida a sus problemas financieros.
Miro de reojo a Dani. Veo su mandíbula apretada, recordando probablemente el mensaje. Mimi se queda en silencio, cabizbaja, y Mira se cruza de brazos, intentando medir su genio.
—No es cuestión de dinero, Leon. Este Café es mi sueño y el de todos los que trabajan aquí —explico—. Aprecio que lo consideres, pero no lo venderé ni me aliaré en ese sentido.
—Lamento oír eso. —Él guarda la carpeta, con un gesto que simula decepción—. Aun así, te dejaré mi tarjeta por si cambias de opinión. Quizá la vida te traiga complicaciones… y verás que aceptar es la mejor opción.
Me ofrece la tarjeta con una leve inclinación de cabeza. La recojo, aunque sin ganas. Dani se acerca, manteniéndose callado pero con la espalda tensa. Mira hace lo mismo, parándose a mi lado. Leon capta la atmósfera y decide no alargar la conversación:
—Gracias por tu tiempo, Val. Ojalá reconsidere las ventajas, no quiero que sientan esto como una imposición. Café Deluxe prefiere colaboraciones amistosas.
Con esa frase final, sale del local, dejando atrás una sensación extraña. Por un lado, su oferta suena tentadora en lo económico; por otro, sé que no son tan inocentes como quieren aparentar.
Cuando la puerta se cierra, me doy cuenta de que Mimi está al borde de las lágrimas. Me acerco y le rozo el brazo con suavidad.
—Tranquila, Mimi. No les vamos a ceder el Café.
—Gracias, Val —musita, temblando—. Mi padre debe de haber mandado a Leon para intentar comprarnos, ya que no obtuvo más datos por mi parte.
—Ahora lo sabemos con certeza —añade Dani, mirando la tarjeta que Leon dejó en la barra—. Esto es solo el primer paso. Luego vendrán más presiones.
—No me sorprende —dice Mira, suspirando—. Pero ahora al menos estamos todos al tanto y podemos prepararnos.
Se produce un silencio en el que cada uno parece hundido en sus propios pensamientos. Luego, por impulso, coloco la tarjeta de Leon en un rincón, lejos de la vista, y me dirijo a ellos:
—Chicos, sea como sea, no voy a rendirme ni a vender. Y confío en que, juntos, seremos capaces de mantenernos en pie.
—Cuentas conmigo para lo que haga falta —afirma Dani—.
—Y conmigo —concede Mira—.
—Yo haré todo lo posible —susurra Mimi, esforzándose en recuperar la compostura—. No permitiré que nadie acabe con lo que amo.
Con esta pequeña declaración de intenciones, retomamos la actividad normal del día, aunque con el corazón agitado. La oferta de Leon es la prueba de que los inversores de Cafe Deluxe quieren absorbernos. Pero aquí, entre el aroma del café, los muffins con temática de K-pop y las risas de los clientes que desconocen lo que se cuece tras bambalinas, se fortalece aún más nuestro deseo de defender nuestro Blythe Café.
Fin del Capítulo 4
Próxima cita: ¡Martes que viene (25 de febrero)! Descubre cómo lidiarán Val y sus amigos con esta nueva situación, y qué planes urdirá Cafe Deluxe para hacerse con el control de Blythe Café.
¿Qué esperáis a continuación?
- Un giro romántico para contrarrestar la tensión
- Un evento especial para unir más al equipo
- Un golpe bajo del Cafe Deluxe
(¡Comparte tus opiniones y no te pierdas la próxima entrega llena de emoción y compañerismo!)
Uffff un giro romántico para contrarestar la tensión.
Un giro romántico iría bien.
Pobre Mími 🫥 un golpe bajo de café deluxe . Y más cotilleo de los clientes jahajah